Sexta

“Todo está cumplido” (Jn 19, 30)

Por José Antonio Calvo Gracia*

“Todo está cumplido” (Jn 19, 30)MEDITATIO. Cuando Él dice todo, es todo. Jamás se había realizado de forma tan perfecta la transparencia entre mundo, entendimiento y palabra. Nunca se había dado semejante realidad en el hacer cosas con palabras. Este cumplimiento es histórico. Más todavía, transhistórico. No sólo recoge lo querido, lo anunciado, lo conveniente, lo mejor. No sólo recoge el pasado, sino que lo hace presente plantado entre el cielo y la tierra, con forma de cruz. Un presente que atrae al futuro convirtiéndolo en universal, concentrándolo, de modo que atraiga todas las miradas sanándolas.

Todo es todo. Todo en el orden del trabajo y todo en el orden del don. Todo en ese punto que aúna espacio y tiempo: toda creación posible, toda redención posible, toda elevación posible. Posibles por imposibles, pero regaladas por quien es Todo y Amén.

Todo. Toda unidad. Toda simplicidad. Toda bondad. Toda verdad. Toda belleza. Toda. Todo en todos, dando consistencia al universo porque no ignora ningún sonido. Todo entregado y nada reservado. La palabra pensada concuerda perfectamente con la palabra pronunciada. No es un signo ni un símbolo, porque ha sido dada por la Palabra encarnada y llagada, entregada en su Cuerpo y derramada en su Sangre. Palabra performativa que cuanto dice, hace. Palabra que es la envidia de todas las palabras. Envidiada por el envidioso, pero nunca acallada.

Cumplir todo y ser un cumplido. Ya quisiera yo parecerme a mi Señor: cumplir hasta cuando callo y callar cuando cumplo. Me gustaría y deseo con toda el alma que toda mi palabra fuera reflejo del todo cumplido. Hágase en mí. Cúmplase en mí. La Madre no lo dice, ¡lo dijo! Y así fue: Hijo… todo lo he cumplido… gracias… me quedaré aguardando con mis nuevos hijos hasta que venga el prometido… el que les explique todo… el que es más íntimo a mí que toda mi intimidad… Él.

Todo está cumplido, dijo el Hijo. Todo está cumplido, pensó la Madre. Y, ¿ahora? Ahora, ¿qué?

ANTINOMIAS. Cuando yo digo todo, no es todo. Me gustaría poder transmitir con mi palabra limpiamente, con claridad y bien ajustado, lo que he pensado al ver a mi Dios, mi mundo, mi yo. Pero no puedo: soy un misterio, en el misterio, que vive de misterios. Del Misterio. ¿Por qué no reconozco mi imposibilidad propia y me abro a la potencia regalada? ¿Por qué no me callo y escucho? ¿Por qué no me uno al grupo de los buscadores? ¿Por qué no soporto con paciencia a quienes ven lo mismo que yo desde otra atalaya?

Me lo han dado todo. Yo doy algo. Yo doy nada. Ni en la lógica de la conquista ni en la lógica del don. ¿Por qué no abro mis manos para recibir? ¿Por qué me agarro a un clavo ardiendo? ¿Por qué me conformo con mi imposibilidad disfrazada de suficiencia? ¿Amén, amando, sirviendo?

Parte. Parcial. Complejidad complicada, fruto de una conexión aparente. Abigarramiento de pasiones y miedos. ¿Entra el sol? Dejad que entre el sol. ¡Dejad! Que quiero luz, más luz. La necesito. Tengo que salir de las sombras. Me pierdo en la alegoría. No, no estoy perdido: acabo de encontrar una llaga donde esconderme. En su Cuerpo roto. En su Cuerpo glorioso y abierto. En su Pan. Quiero servir cumplidamente.

¿Por qué me lo pides? ¿No hay otro? ¡Que se haga en los otros! Todavía hay tiempo. No, tiene que ser cumplido ya. Madre… mírame… yo querría… no puedo… quiero… querer… en mí. Sí, en mí.

ACUERDO. Todo en todos. Que venga tu gloria, que se acabe este mundo. ¿Un cielo en la tierra? ¿Lo has hallado? Sí, el nuevo rito. El banquete. La cena del Cordero. Todo está en la mesa y la mesa es un mundo y una historia. Más, la mesa es todo y a ella están convocados todos para alimentarse del cumplimiento. Sólo dí Amén, pues es su nombre y, al invocarlo, todo Él viene a ti y te cumple. La Madre te ha llevado y te anima con viva mirada: ánimo no te dejes nada, entra todo y todo lo cambiará. Será Él en ti y ya no temerás. Todo está cumplido para que vivas y goces.

* Periodista, profesor en el título propio Cibersociedad y Doctrina Social de la Iglesia, Universidad San Jorge.