Quinta

“Tengo sed” (Jn 19, 28)

Por José María Albalad*

“Tengo sed” (Jn 19, 28) Vivir como objeto a la deriva en alta mar, sin referentes ni motivaciones, resulta más duro de lo que suena. Basta con ver el calvario que atraviesan quienes deambulan apáticos por el mundo en un estado de angustia y tristeza permanente. Hay tanta sed, más allá de lo material, que se palpa en demasiados rostros. Uno de ellos bien podría ser el de la mujer samaritana que se encontró con Jesús en el pozo de Jacob, en Sicar (Jn 4, 5-42). Tan lejano como actual. ¿O acaso no vemos hoy a personas solas, apesadumbradas, que sufren lo que parece ser una vida sin sentido?

La samaritana acudía diariamente al pozo para saciar su sed y la de los suyos. Lo hacía sin éxito, hasta que coincidió con Jesús. Ese día descubrió la raíz de sus problemas. Le iluminó el Señor: “El que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna”. Al escuchar estas palabras, comprendió que andaba sedienta de otras cosas. De paz, de amor, de ternura, de vida. Ya podía beber…

El encuentro con Cristo fue tan revelador que la mujer de Samaría marchó corriendo al pueblo a anunciar la buena noticia. Sintió el deseo (y la obligación) de dar a conocer su hallazgo para que otros experimentaran la misma esperanza. Transmitió lo vivido: comunicó. Un relato que nos recuerda la esencia del Evangelio y su imprescindible transmisión. Ayer, hoy y mañana. Siempre. Porque la palabra de Dios, luz entre las tinieblas, necesita llenar lo profundo del corazón humano, a menudo desorientado en aguas contaminadas que no llenan su existencia.

Si la samaritana representa un mundo sediento, falto de trascendencia, la beata Teresa de Calcuta nos recuerda que Dios quiere estar junto a sus criaturas. Así lo expresa en la Carta de Varanasi (1993), en la que recoge un encuentro místico que tuvo con Cristo casi cuatro décadas atrás mientras viajaba en tren por la India: “Jesús quiere que os diga una vez más cuánto es el amor que Él tiene para cada uno de vosotros –más allá de todo lo que podáis imaginar–. No solo os ama; aún más, Él os anhela. Él tiene sed de vosotros”. Y prosigue: “Hasta que no sepáis profundamente en vuestro interior que Jesús tiene sed de vosotros, no podéis empezar a saber quién quiere ser Él para vosotros. O quién quiere que seáis vosotros para Él”.

El “Tengo sed” (Jn 19, 28) que gritó Jesús desde la cruz empujó a la Madre Teresa hacia las calles de Calcuta, donde buscó a Cristo en el rostro de los más necesitados. Porque esas dos palabras –estampadas por deseo de su fundadora en todas las capillas de las Misioneras de la Caridad– sustentan la fe cristiana: el Todopoderoso, sabedor de nuestras virtudes y defectos, nos quiere como somos, desea amarnos y que lo amemos, nos perdona y alivia con eterna misericordia, nos valora al margen de los ojos del mundo, nos acompaña día y noche aunque lo arrinconemos e insistentemente toca nuestro corazón como quien pide permiso para entrar.

Se trata, pues, de una comunicación íntima entre Dios y el hombre, de una comunión (común-unión) marcada por el amor y el perdón, y por la fuerza sobrenatural de los sacramentos. Sin embargo, la experiencia salvadora no acaba con ese encuentro personal, sino que requiere acercarla a otros. Así lo hicieron la mujer samaritana y la beata Teresa de Calcuta. Con palabras y gestos coherentes, sin traicionar el mensaje, conscientes de que la fuente de agua viva solo puede seguir manando con discípulos misioneros.

Un anuncio transversal que afecta a todo ser humano, pero de modo singular a los profesionales de la información. Si aceptamos que la misión del periodista es buscar la verdad y llevarla a todos los confines de la tierra, podemos asegurar que el periodismo tiene una dimensión evangélica. En pleno siglo XXI, Jesús reclama medios con espíritu de servicio a la humanidad e informadores íntegros, porque como dijo el maestro Kapuscinski, “los cínicos no sirven para este oficio”.

*Periodista, investigador y profesor universitario, Universidad San Jorge.